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El principio del Tao es la espontaneidad . Pero no la espontaneidad de ningún modo impulso ciego y desordenado, un mero poder caprichoso. La filosofía que se limita al lenguaje no encuentra manera de concebir inteligencia que no actúe de acuerdo con un plan. De hecho, la palabra pronunciada, exterior o interiormente, al ser el representante de un recuerdo, limita y moldea el futuro impidiendo apreciar el presente en toda su plenitud. Como dice el gran sucesor de Lao-tzu, Chuang-tzu:
“En torno a nosotros se producen cosas, pero nadie sabe de donde salen. Todos los hombres estiman la parte del saber conocido. Ignoran como servirse de lo desconocido para alcanzar el saber. ¿No es esto un extravio?”
La palabra, la idea, el recuerdo moldea el futuro, impidiendo poder apreciar ese saber nombrado por el Tao. La palabra, la idea, al haber sido formada por el Ego da forma al presente en relación a si el recuerdo es apetecible o al contrario, doloroso o desagradable para la idea que tenemos de nosotros mismos. Creando un conflicto entre la realidad y nuestro vivir los acontecimientos.