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Una imagen es poco, una frase menos, ver el salto con toda nuestra atención, es ser uno con el salto. |
Pero la idea no cambia. La "idea pura" es el número matemático, las otras ideas no son reales. Y a nuestra mente le gusta las ideas, se siente segura manejando cosas que no cambian y que conoce. Es más fácil entender una idea que la realidad cambiante.
Y si la idea es conocimiento, ¿quiere decir que el conocimiento no sirve? En efecto, el conocimiento no sirve para ver la verdad. El conocimiento modifica la realidad y la pasa a través de nuestra perspectiva y por lo tanto no ofrece una comprensión total.
Kishnamurti decía:
"Es, pues, mi opinión, mi idea, mi conocimiento respecto del hecho, lo que origina el miedo. Mientras demos más importancia a la palabra que al hecho, mientras al hecho se le dé un nombre y con ello se lo identifique o condene, mientras el pensamiento juzgue el hecho como observador, tiene que haber miedo."
Un cuento tradicional zen nos muestra como el conocimiento es el impedimento de la verdadera sabiduría cuando el maestro le hace ver al alumno que su taza está llena y no puede entrar más té. Comparando la taza con nuestros prejuicios e ideas y el té con la sabiduría.
Y un adagio budista nos ilustra con una frase que seguro hemos oido:
El pasado es un sueño; el futuro, un espejismo; el presente, una nube que pasa.
El presente, la realidad, el hecho, es como el viento, cuando queremos agarrarlo desaparece. No podemos atraparlo con ideas o razonamientos sesudos y elaborados, no podemos clasificarlo ni valorarlo. Por eso es como el viento, como el rio. Si queremos coger el viento con la mano, quizá nos quede aire dentro del puño, pero ya no es viento. Y si se abre y no se hace esfuerzo el viento vuelve a nuestra mano.